La biotecnología como aliada en la lucha contra el cambio climático

by iat21
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Negar a estas alturas el cambio climático, es el equivalente a meter la cabeza en el suelo y esperar a que el problema se solucione solo. Pero sabemos que para solucionar o, al menos, capear los problemas que ya se están derivando del cambio climático para nuestra sociedad y nuestro planeta, necesitamos recurrir a la ciencia, en concreto a la biotecnología, que tiene el potencial no solo para abordar este desafío y contribuir a frenarlo, sino también a ayudarnos a adaptarnos a aquellos cambios en el clima que ya parecen irreversibles.

¿Qué es la biotecnología?

Para poder hablar de cómo la biotecnología puede ayudarnos a luchar contra el cambio climático, primero debemos saber qué es la biotecnología.

El CDB (Convenio de Diversidad Biológica) de Naciones Unidas de 1992 definió la biotecnología como «toda aplicación tecnológica que utiliza sistemas biológicos y organismos vivos o sus derivados para la creación o modificación de productos o procesos para usos específicos».

Es decir, que a través de la combinación de biología y tecnología se busca mejorar la calidad de vida de la humanidad, utilizando para ello los procesos celulares y biomoleculares para el desarrollo de nuevas tecnologías y productos que contribuyan a mejorar tanto nuestra salud como la salud del planeta.

Y aunque actualmente, algunos de los usos, aplicaciones y desarrollos de la biotecnología puedan sonarnos a ciencia ficción, lo cierto es que venimos aplicándola desde hace milenios; los procesos de fermentación para la obtención de levaduras en la elaboración del pan o la cerveza es uno de los principales ejemplos, pero no el único, aunque ha sido desde mediados del siglo XX cuando mayores avances se han producido en este campo, que se presenta en la actualidad como el gran aliado para lucha contra el cambio climático.

Desde la industria alimentaria, pasando por la medicina, la industria o el medio ambiente, los usos y aplicaciones de la biotecnología tienen, en gran medida, la respuesta y solución (o parte de la solución) a los problemas que está provocando el cambio climático. Los diferentes tipos de biotecnología pueden ayudar a la humanidad no solo a combatir algunos de los efectos del cambio climático y, en algunos casos, ayudar a frenarlo, también pueden ayudar a adaptarnos a esos cambios ya irreversibles y poder seguir prosperando en este planeta.

¿Cómo puede ayudar la biotecnología a luchar contra el cambio climático?

La contaminación, ya sea por la emisión de gases de efecto invernadero, los vertidos tóxicos, el exceso de desechos no biodegradables o que tardan cientos de años en desaparecer, las cada vez más frecuentes y más largas sequías, la degradación de los suelos debido a su erosión, la proliferación de nuevas plagas, etc., son solo algunos de los problemas y desafíos que provocan o se derivan del cambio climático y en los que la biotecnología puede aportar soluciones importantes, que puedan ayudar a minimizarlos o, incluso, solucionarlos a largo plazo o, en aquellos casos donde el daño ya está hecho, ayudar en la adaptación al cambio climático tanto a las personas como al resto de seres vivos.

La humanidad depende del clima y de su adaptación a este para vivir; apostar por el desarrollo y aplicación de técnicas que ayuden, entre otros, a plantar cultivos resistentes a sequías y plagas, como las que emplea la biotecnología agrícola, a mejorar el secuestro de carbono de plantas y algas, a desarrollar tecnologías más limpias y gestionar mejor los residuos gracias al desarrollo de biocombustibles y bioplásticos, son solo algunas de las soluciones que la biotecnología puede poner sobre la mesa y que ya están en marcha, especialmente en el campo de la industria alimentaria, de la industria y de la conservación del medioambiente.

A continuación vemos algunos de los usos y aplicaciones más importantes de la biotecnología para luchar contra el cambio climático.

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Agricultura sostenible y resistente

Dar de comer a todo el planeta es uno de los desafíos más importantes que afronta la humanidad, no solo porque es necesario producir alimentos suficientes para una población que se cuenta por billones (con la gran mayoría en zonas no desarrolladas y pobres del planeta), sino que es necesario producirlos de manera sostenible e, igual de importante, resistentes a sequías, plagas, suelos salinos o temperaturas cada vez más altas y fenómenos meteorológicos más extremos.

Cómo decíamos, la biotecnología agrícola es la respuesta a este desafío. Gracias al desarrollo de la ingeniería genética y el uso de transgénicos, se pueden hacer cultivos más resistentes a altas temperaturas y a las heladas, capaces de crecer con menos agua e incluso medrar en suelos menos fértiles, como los suelos salinos, ampliando así la superficie cultivable en diferentes zonas del planeta. La biotecnología permite desarrollar una agricultura de precisión, «creando» cultivos más eficientes que requieren menos fertilizantes químicos para su crecimiento.

Además, la biotecnología puede generar cultivos resistentes a plagas, reduciendo así el uso de pesticidas, lo que contribuye, junto a un uso menor de fertilizantes, a reducir parte de la contaminación responsable de la alteración de suelos, ríos, lagos y mares y los cambios negativos que estos provocan en los animales y organismos que viven y dependen de ellos.

Residuos menos contaminantes

La biotecnología también juega y jugará un importante papel para ayudar no solo a desarrollar residuos menos contaminantes, sino también a gestionar los residuos que generamos como sociedad y que, en gran parte, son responsables tanto del cambio climático como de la contaminación y alteración de biomas y ecosistemas.

Gracias al uso de determinadas plantas y microorganismos, es posible crear bioplásticos con un menor impacto medioambiental que los plásticos derivados del petróleo. Estos bioplásticos son más fácilmente biodegradables y su destrucción genera menos residuos perdurables.

Aunque la apuesta por las energías renovables es fundamental para reducir las emisiones de CO2, la biotecnología también ofrece soluciones que nos ayudarán a transicionar de los combustibles fósiles de una manera mucho más sencilla y, sobre todo, factible en el medio y largo plazo.

Nos referimos a los biocombustibles hechos a partir de biomasa, como la que se obtiene de los denominados cultivos energéticos (como la caña de azúcar, el maíz o la soja) y de las algas. Estos combustibles son más limpios y su obtención y creación mucho más sostenible, además, su uso contribuiría a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero.

Entre otras soluciones, a través de la biotecnología se está desarrollando el uso de microorganismo y enzimas para la degradación de residuos orgánicos y, a través de ellos, producir biogás que puede emplearse como una fuente de energía más limpia y, más importante, renovable. También se emplean técnicas de biotecnología para estimular la actividad de bacterias que ya existen en nuestros suelos para mejorar su calidad como suelo para uso agrícola.

En ese sentido, la biotecnología fomenta la economía circular, puesto que permite una mejor gestión de los residuos y su reaprovechamiento al procesarlos de una forma mucho más eficiente.

Además, se están desarrollando ciertos microorganismos capaces de «comer» residuos no orgánicos como el plástico, que ayudarán a reducir la presencia del mismo en los océanos (un problema cada vez más acuciante). Así mismo, también podrán emplearse determinados microorganismos y enzimas derivadas para llevar a cabo y gestionar los derrames o vertidos contaminantes en el medioambiente (como, por ejemplo, limpiar mejor un vertido de crudo en el mar).

En cuanto al CO2, la biotecnología contribuye al desarrollo de medidas para el secuestro de carbono a través del uso de cultivos y árboles que pueden absorber más dióxido de carbono y purificar nuestra atmósfera, mitigando así el impacto de los gases de efecto invernadero y ayudando a mitigar el cambio climático.

Restauración y conservación de ecosistemas

Pero la biotecnología no solo se limita a la creación de biomateriales o biocombustibles para luchar contra el cambio climático, también aporta soluciones para ayudar a conservar la biodiversidad e incluso restaurar ecosistemas ya afectados por la contaminación y degradados por ella. Es lo que se denomina biorremediación y es uno de los desarrollos más importantes de este campo, porque puede contribuir a reducir los efectos que el desarrollo y la industrialización humana han provocado sobre el planeta.

A largo plazo, la biotecnología, gracias a la ingeniería genética y la reproducción asistida, podrá ayudar a recuperar y conservar especies en peligro de extinción y a restaurar ecosistemas dañados, como los arrecifes de coral y los bosques. Medidas imprescindibles para poder poner freno a la desertización que ya comienza a experimentarse en algunas zonas del mundo.

Biotecnología, una solución multidisciplinar para luchar contra el cambio climático

En definitiva, la biotecnología es una solución multidisciplinar en la que ya están trabajando administraciones y empresas privadas para hacer frente al cambio climático y, si no revertir todos sus efectos y consecuencias, sí poder mitigarlos y ayudarnos a adaptarnos a ellos.

Gracias al desarrollo y aplicación de técnicas biotecnológicas podremos reducir la huella de carbono, tener una agricultura e industria sostenibles y lograr una gestión eficiente de residuos orgánicos, consiguiendo alcanzar una auténtica economía circular. Además, la biotecnología nos ayudará a recuperar ecosistemas dañados y a devolverlos a un estado previo a su degradación.

El cambio climático, tal y como lo experimentamos actualmente, es producto y consecuencia de la acción humana, combatirlo y solucionarlo en gran medida, también depende de la propia humanidad y en la biotecnología encontramos una aliada fundamental e imprescindible.

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