Japón es uno de los países más avanzados del mundo y un paradigma dentro del mundo de la tecnología y la electrónica. La sociedad nipona avanza a pasos agigantados hacia un escenario en que humanos y robots conviven en el mismo espacio de una forma casi natural. Y es que la robótica japonesa se ha desarrollado en todos los sectores, desde la industria a la cultura, pasando por el ocio o el ámbito social.
Japón, el paraíso de los robots
Japón se ha caracterizado desde mediados del siglo XX por rendir culto a la tecnología. El país nipón ha sido el impulsor de avances tecnológicos que hace años eran impensables en otros países desarrollados. Sin embargo, la diferencia entre ellos y occidente radica en la consideración que allí se tiene de los robots.
En occidente, el desarrollo de la robótica es lento y avanza con pies de plomo. Una de las principales razones son los temores y dudas que esta tecnología despierta entre la población. Aunque suene extraño, todo ello proviene de la educación recibida, incluyendo al religiosa.
La mayoría de países desarrollados de occidente se caracterizan por ser monoteístas, siendo el cristianismo la religión principal. La población creció con la idea de un Dios creador, único y omnipotente, que castigaría a todo aquel que se rebelase ante él. Este miedo fue reforzado con relatos como el del monstruo de Frankenstein, una metáfora de lo que podría pasar si los seres humanos jugaran ser dioses.
Sin embargo, esto no ocurre en Japón. Este tipo de narraciones no existen en la religión o cultura japonesa. Incluso, parte de su población practica el sintoísmo, que concede esencia espiritual a todas las cosas, incluso a los objetos inanimados. Por ello, el desarrollo de la robótica japonesa nunca se ha visto frenado por cuestiones morales, éticas o religiosas.
El hecho es que a los japoneses les fascinan los robots. Han formado parte de su cultura popular desde principios del siglo XVII, período en el que existió el autómata llamado Karakuri, en tiempos del período Edo. Este gusto por la robótica se ha hecho patente en numerosos aspectos de la vida y la cultura japonesa, como en cómics o series de televisión.
El sintoísmo concede esencia espiritual a todas las cosas, incluso a los objetos inanimados
Por otro lado, el desarrollo de la robótica en Japón también responde a una urgente necesidad. La población del país nipón está muy envejecida y existe una gran brecha generacional. Es una sociedad muy cerrada en la que las relaciones sociales son difíciles y donde la natalidad está bajo mínimos. Además, las políticas de inmigración son muy restrictivas. Todos estos factores han provocado que Japón sea un país muy envejecido, en el que se hace imprescindible la ayuda de la tecnología como mano de obra. Y ahí es donde entran los robots.
En el párrafo anterior hemos hecho referencia a las dificultades de los japoneses para entablar relaciones sociales estrechas. Esto ha dado lugar a fenómenos como los Hikikomori, ciudadanos que se pasan la vida encerrados en su habitación, sin salir ni ver a nadie. En casos como estos, el frío tacto de un robot puede ser tan cálido como el roce de la piel humana. Para muchos japoneses, apenas existe diferencia entre la empatía de un robot y la de un humano.
Origen de la robótica japonesa
El verdadero desarrollo de la robótica japonesa comenzó poco antes de la Segunda Guerra Mundial. En este época se realizaron numerosos avances en materia militar que se aceleraron durante el desarrollo de la contienda.
Tras finalizar la guerra, el gobierno japonés quiso reorientar todos estos esfuerzos en robótica militar hacia el ámbito civil, impulsando el uso de la maquinaria y la tecnología en la industria.
En este sentido, no hay que olvidar las secuelas psicológicas que dejó la guerra en Japón. Las bombas de Hiroshima y Nagasaki dejaron una profunda huella en la psique japonesa, en la que se arraigó el miedo a la radiación. De ello surgieron creaciones de ficción que se harían muy populares en la cultura nipona, como es el caso de Godzilla, pero también robots como Astroboy (1952) o los mechas o robots gigantes tripulados, engendros robóticos que nada tenían que temer a la radiación.
Ya en los años 70, uno de los sectores que más contribuyó al desarrollo de la robótica en Japón fue la industria automovilística. Fábricas como Honda o Toyota generalizaron el uso de robots en su plantas de producción, con el objetivo de cumplir con la filosofía Kaizen o mejora continua.
El desarrollo de la robótica ha seguido imparable hasta el día de hoy. Gran parte de responsabilidad la ha tenido el apoyo institucional, que ha visto en los robots una manera de solucionar los problemas demográficos del país. Así hasta el punto de que en la actualidad la sociedad japonesa se caracteriza por su hermetismo y frialdad, así como por su culto al trabajo. Características que podrían ser propias de un robot.
¿Para qué se usan los robots en Japón?
Una de las principales aplicaciones de la robótica japonesa es la industria. En este sentido, hay países desarrollados con un desarrollo similar al japonés. El uso de robots en la industria permite realizar procesos con mayor rapidez y eficacia, o desempeñar tareas que para el ser humano podrían resultar repetitivas y peligrosas.
Como decimos, en relación a la robótica industrial, el grado de implantación en Japón no difiere demasiado de otros países como Estados Unidos, Alemania o China. Sin embargo, es en otros campos donde el país nipón destaca por recurrir a los robots más que cualquier otra parte del mundo.
Un ejemplo de lo apuntado en el párrafo anterior es el ámbito asistencial. Los robots se han convertido en una ayuda esencial a la hora de prestar asistencia sanitaria en hospitales, o a brindar ayuda a las personas de edad avanzada.
Otro de los usos más extendidos dentro de la robótica japonesa son los robots de compañía. La soledad y la falta de contacto social es un problema que afecta a millones de japoneses, una carencia que en muchos casos se suele paliar por medio de robots.
Por otro lado, otra de las diferencias respecto a occidente es la presencia de la robótica en los objetos cotidianos. Como ya apuntamos, este gusto por los robots proviene de la concepción sintoísta que atribuye un espíritu o Kami a todas las cosas. Para esta corriente de pensamiento no existe diferencia entre hombres, animales, plantas o ríos, de la misma manera que tampoco la hay entre un ser humano y un robot.
Cualquier persona que haya visitado Tokyo, Kyoto u Osaka, entre otras ciudades, se habrá dado cuenta al instante de que ha penetrado en otro mundo, uno dominado por la tecnología y la robótica. A todo ello también contribuye la cultura del ocio japonesa, marcada por la presencia de robots y máquinas autónomas en edificios, anime, manga y todo tipo de manifestaciones culturales.
Paradójicamente, en esta cultura japonesa también se hace paradójica una dualidad, en la que las tradiciones más ancestrales conviven con la tecnología más avanzada. Sin embargo, la brecha generacional está haciendo que estos dos mundos estén cada vez más separados, y los jóvenes muestran cada vez menos interés en sus orígenes y en las historias de sus antepasados.
Ejemplos de robots japoneses
A continuación vemos algunos robots surgidos de Japón, desde robots con aspecto humano hasta autómatas de asistencia, pasando por por mechas y robots gigantes protagonistas de obras de ficción.
Robots de Japón para asistencia de personas
Como no podía ser de otra manera, la robótica japonesa ha producido algunos de los modelos de robots más famosos de los últimos años. He aquí algunos ejemplos.
ASIMO
Se trata de un robot creado por Honda en el año 2000 y que es uno de los pioneros dentro de la robótica aplicada a la asistencia de personas mayores o con problemas de movilidad. Otro de los objetivos de su creación fue animar a los jóvenes a estudiar robótica y ciencias computacionales.
Human Support Robot (HSR)
Se trata de un robot creado por Toyota con motivo de la celebración de los Juegos Olímpicos de Tokyo. Su finalidad es prestar asistencia a las personas en silla de ruedas.
Robot de Preferred Networks
Las diferencias entre elementos naturales y artificiales no suponen ningún problema para los japoneses, como demuestra el proyecto de la Universidad de Tokyo y la compañía Preferred Networks. Se trata de un robot construido con ramas de árboles, capaz de aprender a moverse por sí mismo.
Robots humanoides japoneses
En la cultura occidental existe un término denominado “valle inquietante“, que hace referencia al rechazo que suscita entre nosotros todo elemento artificial que se parezca demasiado a un ser humano. Sin embargo, esto no ocurre en Japón, el país más prolífico en cuanto al desarrollo de robots humanoides.
Erica
Erica (acrónimo de Erato Intelligent Conversational Android) es un robot diseñado por el profesor Hiroshi Ishiguro y que se mueve en el límite de valle inquietante, ese en el que los robots son tan parecidos en aspecto y comportamiento al ser humano que el cerebro se debate entre la atracción y la repulsión. Toda una waifu robótica.
Kengoro
Recubre a este robot de piel artificial y casi no lo podrías distinguir de una ser humano. Bueno, sí podrías. Pero el caso es que es capaz de realizar actividades físicas como flexiones, jugar al bádminton y un largo etcétera. Además, también imita reacciones fisiológicas del ser humano, por ejemplo es capaz de sudar.
Ibuki
Un robot con rostro de niño y aspecto bastante inquietante. Está dotado de inteligencia artificial avanzada, por lo que es capaz de aprender y seguir conversaciones con un ser humano. La verdad es que da un poco de miedito.
Robots japoneses del anime y manga
Citamos solo algunos de los ejemplos más famosos, porque la lista sería interminable.
Astroboy
Manga producido entre los años 1952 y 1968 y que también fue convertido a anime. Fue uno de los primeros productos japoneses de anime en exportarse a occidente y el que empezó a dar a conocer este género fuera de Japón.
Mazinger Z
Una de las series que marcó la infancia de numerosas personas, quizá el primer anime japonés que realmente obtuvo un enorme éxito fuera de sus fronteras. Fue creado en 1972 y obtuvo gran popularidad en los 80, cuando millones de jóvenes de la época siguieron con atención las batallas de Koji Kabuto a bordo de Mazinger Z para detener los maléficos planes del Dr. Hell.
Alita
De la serie de anime “Alita: Ángel de combate”, la cual ha tenido recientemente una adaptación al cine (bastante fiel, todo hay que decirlo). Fue un manga producido entre 1991 y 1995 y que se adaptó al anime en 1993. Fue uno de los que más éxito tuvo en la década de los 90.
Gundam
Una serie que se comenzó a emitir en 1979 . Fue revolucionaria porque mostró por primera vez a los mechas como robots de combate tripulados por soldados en batallas militares. Su popularidad sigue intacta a día de hoy y han dado lugar al fenómeno ‘Gunpla’, réplicas en miniatura de estos robots hechas de plástico y formadas por multitud de pequeñas piezas.
Evangelion
Son los robots de la serie anime Neon Genesis Evangelion, unos mechas gigantes tripulados construidos con el objetivo de derrotar a unas fuerzas de origen desconocido llamadas “Ángeles”.
Ghost in the shell
Una serie de mangas y OVAS que alcanzaron gran popularidad en occidente. Es un thriller futurista en el que una androide llamada Kusanagi combate el crimen en un Tokyo de ambiente cyberpunk.
Otras series de robots muy conocidas en Japón y parte del extranjero son Macross, Code Geass, Danball Senki, Medabots, Patlabor o Robotech.
Mención especial: el Gundam de Odaiba
Todo aquel que viaje a Japón y visite a isla artificial de Odaiba podrá disfrutar de la playa, una réplica de la Estatua de la Libertad o de su famoso balneario. Pero si algo llama la atención a cualquier turista es el Gundam de Odaiba, un imponente mecha basado en el modelo RX-0 Unicorn Gundam, con 20 metros de altura (imagen de portada).
En definitiva, Japón es el paraíso de los robots, un país en el que la robótica ha encontrado el contexto perfecto para evolucionar hasta cotas que todavía no se pueden imaginar. ¿Ocurrirá lo mismo en el reto del mundo? ¿Llegará el día en que humanos y androides convivan en armonía? El futuro dirá.